En el octavo día del novenario en honor a la Virgen de Caacupé, el monseñor Joaquín Robledo presidió la celebración eucarística invitando a los fieles a vivir activamente en la fraternidad y a asumir con responsabilidad los dones que Dios confía en cada persona para el bien común.

Monseñor insta a comprometerse en la vida comunitaria. Foto: Gentileza
La liturgia del día propuso como eje la exhortación del apóstol Pablo a la comunidad de Roma, donde se recuerda que cada bautizado forma parte de un solo cuerpo con diversidad de dones y funciones.
En esa línea, el religioso destacó que esta imagen sigue siendo un llamado actual para fortalecer la vida comunitaria con actitudes cristianas como la sencillez, la solicitud, la misericordia, el servicio fervoroso y la “alegría en la esperanza”.
El monseñor subrayó que la vivencia plena de la fe siempre tiene consecuencias en la vida pública. “La actividad y el discernimiento del cristiano se extienden también a la responsabilidad social y política. Somos llamados a vivir nuestra ciudadanía desde el Evangelio”, dijo.
«Estamos llamados a producir frutos de justicia y fraternidad”
Inspirado en la parábola de los talentos, Robledo recordó que Dios confía dones particulares a cada persona, esperando dedicación, creatividad y disponibilidad para el servicio común.
El religioso destacó que mientras los primeros dos siervos fueron llamados “siervo bueno y fiel”, el tercero, que no hizo ni mal ni bien, encarna el pecado de omisión, una actitud que el cristiano debe evitar.

Robledo recordó que Dios confía dones particulares a cada persona. Foto: Gentileza
“Dios nos ha dado talentos para comprometerlos en la comunidad. No basta con no hacer el mal; estamos llamados a producir frutos de justicia y fraternidad”, señaló.
Igualmente, el obispo enfatizó que comprometerse con la vida comunitaria implica, ante todo, promover y respetar la dignidad de la persona humana y sus derechos fundamentales.
Recordó situaciones dolorosas que afectan al país, como la inseguridad, los secuestros, la falta de esclarecimiento de hechos graves y la persistencia del narcotráfico, exhortando a fortalecer la cultura del encuentro y la justicia.

El monseñor subrayó que la vivencia plena de la fe siempre tiene consecuencias en la vida pública.
También insistió en la defensa de la vida desde su concepción y en la lucha contra la corrupción que afecta especialmente a los más pobres.
“La vida es sagrada. Y el compromiso con el bien común exige rechazar toda forma de corrupción que desangra los recursos de quienes más necesitan”, dijo.
Bienestar social, desarrollo y justicia
Mons. Robledo recordó que, de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia, el bien común exige que las autoridades garanticen condiciones que permitan una vida verdaderamente humana: alimentación, salud, trabajo, educación, cultura, vivienda y seguridad.
En ese sentido, llamó a una gestión transparente y eficaz, que enfrente la inequidad y la pobreza que golpean a miles de familias, tanto en el campo como en los cinturones urbanos.

Fieles participan de la celebración en la Villa Serrana. Foto: Gentileza
Igualmente, destacó que un verdadero compromiso comunitario incluye la búsqueda de la paz social, la estabilidad y la justicia: “El crimen organizado y la falta de independencia judicial amenazan la convivencia. Necesitamos instituciones fuertes, honestas y responsables”, subrayó.
Finalmente, invitó a pensar en el futuro del país, recordando las palabras del Papa Francisco sobre la importancia de la solidaridad intergeneracional.
“No podemos hablar de desarrollo sostenible sin pensar en el mundo que dejaremos a nuestros hijos y nietos”, concluyó.







