Como cada 8 de diciembre, el Obispo de la Diócesis de Caacupé, Monseñor Ricardo Valenzuela, escribe una carta abierta a su pueblo, con el objetivo de responder a las inquietudes y preocupaciones de los fieles y peregrinos que llegan hasta esta capital de la fe.
Primeramente, pidió a los católicos renovar la relación con Dios y la creación, ya que es un año de gracia y esperanza, por lo que se ofrece la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria, que consiste en el perdón de todos los pecados.
Instó a su pueblo a no perder la esperanza, refiriéndose a que Dios siempre nos espera; y espera mucho más de nosotros; espera que demos el paso para tender puentes de solidaridad. Indico que la esperanza se funda en nuestra fe y se fortalece con la expectativa de que algo bueno pasará pronto en el futuro.
Lo puso como ejemplo de esperanza a nuestra querida Albirroja señalando que de pronto se despertó en todos nosotros una esperanza de ver y sentir a nuestra Selección compitiendo entre los mejores del mundo.
Agrego que con la ayuda de Dios y la Virgencita de Caacupé se convertirá en el sueño legítimo de que algo bueno y hermoso ocurrirá en el futuro.
Sostuvo que en nuestro país hay gente capaz, con privilegiada inteligencia, hay talento y perseverancia, pero muchas veces no existe voluntad, ni gestión, ni políticas públicas de impulso y mucho menos liderazgo para engrandecer nuestra nación.
Refirió que los jóvenes nos muestran el camino del optimismo y de la esperanza para llegar a metas que exigen sacrificio, obteniendo alegrías y felicidad, para todos los demás que disfrutamos de estos triunfos.
Para finalizar les insto a que no caigan sin luchar, ante las prácticas tan desalentadoras de premiar la lealtad antes que la capacitación, el amiguismo antes que el estudio y el diploma y que no se sucumban fácilmente ante la precariedad del trabajo que les toca o ante la inequidad en la tenencia material o del consumo.