
El impacto del coronavirus no se registra solo en el aspecto sanitario y económico, sino también en el sector educativo. Desde el 11 de marzo cerca de 1.600.000 estudiantes no desarrollan clases:
– 9% corresponde a la Educación Inicial.
– 50% a la Educación Escolar Básica – Primer Ciclo (EEB1).
– 23% a la Educación Escolar Básica – Segundo Ciclo (EEB2)
– 18% a la Educación Media.
Y alrededor de 75.000 docentes efectivos no van a las aulas.
En cuanto a las pérdidas materiales se puede mencionar:
• Clases y contenidos no desarrollados: ya no se podrá recuperar el tiempo perdido con los contenidos.
• Merma en el hábito de estudio: es responsabilidad de la familia que se sigan haciendo las tareas y los ejercicios para no perder la práctica.
• Interrupción en la socialización primaria: al ir a la escuela los niños y adolescentes aprenden valores, principios, normas de convivencia.
Sin embargo, Jorge García Riart, doctor en Educación Superior, indica que ahora más que nunca damos sentido a la conocida frase “la educación empieza en casa” y propone aprovechar la crisis para aprender otros valores y por supuesto, repensar la metodología de enseñanza y aprendizaje, siendo creativos e inclusivos, implementando:
• Modelo Blending: no pensar solo en horas presenciales de clases, sino en fomentar el aprendizaje a través de la convivencia y experiencia.
• Didácticas transversales: el Covid-19 es un buen motivo para un taller abierto para analizarlo desde la sociología, la psicología, el civismo, la salud, la educación, y otras perspectivas.
• Plataformas educativas: se debe diseñar plataformas electrónicas de contenido que se apliquen a lo largo del proceso escolar.
Las aulas quedaron vacías desde el pasado 11 de marzo y seguirán así como mínimo hasta el 12 de abril. Expertos en educación también resaltan la importancia de fomentar la investigación en este periodo y posterior a la crisis, sostener como valores principales el civismo, la solidaridad y la cooperación. No obstante, preocupa el ensanchamiento de la brecha digital, ya que no todos los hogares paraguayos cuentan con una computadora con acceso a internet.