El monseñor Juan Bautista Gavilán presidió este sábado la misa en honor a la Virgen de Caacupé, donde el tema principal fue «Vida consagrada-Peregrinos de Esperanza por el camino de la Paz».
Monseñor Juan Bautista Gavilán. Foto: Gentileza
En ese sentido, pidió a todos los peregrinos que llegaron hasta la Basílica abrir sus corazones a la Madre María, la pura limpia Concepción, «para salir de la casa de Tupãsy Kaakupé, con nuevas esperanzas para construir toda esa patria de esperanza como verdaderos peregrinos, empeñándonos a buscar por todos los medios sanos y justos una patria e hijos sin mal».
Igualmente, el obispo afirmó que «necesitamos construir políticos patriotas, que amen nuestra patria y a sus hijos e hijas. Respeten y trabajen por el bien común, el servicio generoso y el desarrollo equitativo del país, descubriendo en las personas necesidades del pueblo y no una mirada subjetiva buscando sacar en cada mirada los provechos personalistas».
En ese sentido, el religioso exhortó a las autoridades a ejercer su función con generosidad y sin corrupción. «Cuando salpica la corrupción, el Estado debe prescindir de esos servicios que solo endeudan al pueblo», sostuvo.
En otro punto, el monseñor se refirió a la vida consagrada y el rol de los curas y laicos en la construcción del nuevo país, que incluya a los desfavorecidos. En esa línea, mencionó que los religiosos son signos de esperanza para la feligresía.
“La vida religiosa es preludio del cielo. El sacerdote muestra la belleza de la caridad en su trajinar diario por la parroquia. Somos peregrinos de esperanza por el camino de la paz. Aquí estamos de los distintos sectores de nuestra patria”, resaltó.
También abordó la problemática de los nativos en Caaguazú, donde niños y adultos deambulan por las calles. Ante esta situación, pidió a las autoridades una respuesta.
Finalmente, pidió a los peregrinos acercar a la Virgen de los Milagros su felicidad como también dificultades. “Pidan a la Virgen contar con la gracia de su hijo Jesucristo. Hagamos el esfuerzo de abrir nuestros corazones», sentenció.
