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Del trauma a la sanación: testimonio de una mujer abusada en su niñez

May 31, 2023

En el Día Nacional de la Lucha contra el Abuso y la Explotación Sexual de Niños y Adolescentes, una mujer, que fue víctima cuando tenía 8 años, narró el calvario que vivió siendo tan pequeña tras ser manoseada en su propia vivienda.

El Ministerio de la Niñez y Adolescencia (MINNA) recuerda cada 31 de mayo el Día Nacional de la Lucha Contra el Abuso Sexual hacia niños, niñas y adolescentes.

Del trauma a la sanación: testimonio de una mujer abusada en su niñez. Foto: Ilustrativa

En esta fecha, conocemos el testimonio de una mujer que, tras sufrir abusos reiterados en su infancia, necesitó un proceso que duró años para sanarse. La misma es una demostración de valentía por cómo ha enfrentado este calvario y también por explicarlo.

Con su testimonio, desea ayudar a otras víctimas a sanar esta herida tan profunda que sufrió cuando apenas tenía 8 años de edad.

“Campanita” (nombre ficticio para proteger la identidad de la víctima” señaló que no recordaba cómo era su cuerpo a los 8 años. “Era una niña que tenía su propia habitación y dormía sola a veces, a veces con su hermana”, contó.

En otra línea, la mujer relató que todo cambió con la llegada de un adolescente de 12 años. “Había venido del interior a estudiar; era de una familia muy numerosa, 16 hermanos; cuando llegó estaba lleno de todo tipo de enfermedades en la piel”, dijo.

“Papá y sobre todo mamá con mucha paciencia fueron sanándolo, lo mandaron a la escuela, tenía problemas de crecimiento, le dieron vitaminas, etc. Vino cuando tenía 12 años, yo tenía como 6 años”, subrayó.

“Campanita” detalló que un tiempo después, cuando cumplió 8 años, el joven comenzó a entrar a su habitación por las noches, aprovechando el descanso de su madre y que su padre estaba ausente en la casa por cuestiones laborales.

“Empezó a tocarme, introduciendo su dedo en mis partes íntimas. Yo no entendía lo que pasaba, pero no estaba bien. Lo hizo muchas noches, no me acuerdo cuántas. Debo agradecer a Dios y a mi ángel de la guarda que nunca fue brutal, que no me dolía o me hizo sangrar, pero sí me enfermó”, señaló en la desgarradora carta.

“Campanita” (nombre ficticio para proteger la identidad de la víctima” señaló que no recordaba cómo era su cuerpo a los 8 años. Foto: Ilustrativa

Tras los abusos, “Campanita” tuvo una infección en la vía urinaria sin precedentes para una niña de su edad. A pesar de ello, los médicos nunca sospecharon que estaban ante un caso de abuso al igual que sus padres.

“La única respuesta posible era que yo no me había limpiado bien cuando iba al baño. Nadie me pregunto qué había pasado o si yo tenía algo que contar. Mi voz no había sido tenida en cuenta”, mencionó.

En otra línea, manifestó que tras la infección, el autor del abuso no volvió a tocarla y su familia comenzó a cuidarla más por su estado de salud. “Creo que después de eso lo mandaron al cuartel”, relató.

Secuelas emocionales

“Campanita” comentó que con los años, su mundo emocional comenzó a manifestarse de diferentes maneras y afirmó que en un momento pensó contar lo que había sufrido, pero le preocupaba la reacción de su madre, que estaba enferma.

“Me decían que debía cuidarla, yo tan pequeña con tremenda responsabilidad, que elegí callar. Ahora miro a la distancia y me veo con los labios atados, como con costura. Y así se quedaron por mucho tiempo”, lamentó.

La víctima recordó que era la niña buena de mamá y papá, pero a raíz de la herida que sufrió siendo tan pequeña comenzó a ser diferente. Recordó que se convirtió en la niña que se enojaba, la que se sentía herida, la que tenía sentimientos encontrados, vergüenza y la que debía ocultarlo a como dé lugar los abusos vividos.

Durante esta etapa de secuelas, comenzó a engordar y su mundo de muñecas se había pasado por el trato cruel que recibió por parte de un hombre. Además, comenzó a ser una persona solitaria.

A medida que iba creciendo, la depresión, el insomnio, los atracones de comida, sobresaltos de ira y promiscuidad se apoderaron de ella. “Todo como un castigo inconsciente, como una forma de recordarme lo que había ocurrido, por más que yo lo tapara o pensaba que lo hacía”, dijo.

En el 2006, ya siendo una mujer adulta, “Campanita” decidió pedir ayuda, pues estaba al borde del suicidio. Es así que fue a parar al consultorio de una psicóloga, que se dio cuenta de lo que le ocurría, pero fue respetuosa en su proceso.

“Campanita” comentó que con los años su mundo emocional comenzó a manifestarse de diferentes maneras. Foto: Gentileza

“Comencé con constelaciones familiares, fui por un camino de entender mis dinámicas familiares, hasta que un día, ya después de ganar el concurso y tener el alto cargo que tengo ahora, lo pude decir en terapia, los recuerdos vinieron a mi memoria de una manera clara y precisa. Pero aún no podía dar detalles, tuvieron que pasar 10 años otra vez para que pudiera dar los detalles”, señaló.

Refugio en el boxeo y la danza

“Campanita” contó que con su terapeuta comenzaron a hacer unos ejercicios para sacar la ira y, entonces, comenzó a practicar boxeo.

“Me habían enseñado a no sacar la ira, a no expresarla, que expresarla estaba mal. Al comenzar a sentir esa ira y no saber qué hacer con ella, tenía ataques de ansiedad. Mi terapeuta y yo decidimos seguir con las clases de boxeo”, recordó.

“Fue hermoso en ese primer momento tener una línea de contención y apoyo para vivir el momento de por fin: recordarlo, verlo y empezar a hacer algo con ello”, complementó la mujer, quien sostuvo que entrar a una relación amorosa resultó muy complicado por el miedo.

Asimismo, resaltó que la danza también le salvó la vida. “Encontré un canal para expresarme, para amigarme con mi cuerpo al que había aprendido a detestar. Mi terapeuta me llevó a sesiones de meditaciones con música y danza, una disciplina que trabaja las capacidades que todos tenemos con la música y meditaciones. Ahí todo cambió”, afirmó.

Por otra parte, describió que lo más desafiante fue la relación con sus padres. “Llena de resentimiento, de rencor, de frustración, abandono y dolor. Eso era lo que yo sentía, de eso se trataba la soledad que había granjeado a pulso de sentir vergüenza, de sentirme culpable y a la vez, víctima de una situación”, escribió.

Campanita se refugió en el boxeo y la danza. Foto: Ilustrativa

Más de 15 años de terapia

“Campanita” contó que tuvo que trabajar mucho para lograr ese amor propio. “Nunca más volví a dudar de mi ternura y de mi capacidad de amar; estaban ahí intactos, solo que se congelaron en mi interior y era momento de descongelarlos. En eso, mis macotas y sobrinos fueron fundamentales”, enfatizó.

“Iba sanando de a poco, la oscuridad cada vez era menos mi enemiga y más mi amiga. Seguía con intervalos de insomnio y atracones de comida. Seguía sintiéndome culpable. Hasta que por fin pude señalar con el dedo a dos personas: mamá y papá”, acotó.

En esa línea, “Campanita” manifestó que el trabajo de sus padres era cuidarla. “Ellos debían protegerme y no yo a ellos. La verdad era que jamás debieron meter a un extraño a su casa teniendo niñas ahí”, dijo.

Sin embargo, la mujer contó que su mamá falleció hace muchos años y su padre está en un mundo el cual piensa que es “bello y mejor”. “Me tocaba tomar sus roles para sanar. Hacer el trabajo de traerlos a terapia, sentarlos delante de mí y decirles todo como lo sentía. Yo los amaba y los necesitaba y a la vez, estaba tan enojada que su sola presencia me irritaba”, aseveró con mucha impotencia.

Campanita recibió terapia por más de 15 años. Foto: Gentileza

Finalmente, la mujer sostuvo que todo el trabajo fue muy lento y que en total fueron más de 16 años de terapia para entender que la niña abusada hace 30 años no tenía responsabilidad de nada y tampoco tenía la culpa de lo que le había hecho un extraño en su propia casa.

“Solo puedo manifestar un inmenso amor por esa niña que aún vive dentro de mí, porque en su inocencia me brindó los recursos que necesitaba para sobrevivir y llegar hasta donde lo hice. Una profesional exitosa en su área, respetada y validada por sus colegas, adentro y afuera del país”, concluyó.

Si conocés algún caso de vulneración de derechos de niñas, niños o adolescentes, o sos víctima, no dudes en realizar tu denuncia llamando al 147 Fono Ayuda o al 911 Policía Nacional.

El servicio está especializado en brindar orientación psicológica, social y legal en casos que se presenten vulneraciones de derechos como maltrato, abuso sexual, violación del deber del cuidado, negligencia, entre otros.

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